Suceso histórico de repercusiones mundiales, que estalló en Rusia en octubre de 1917, y el cual significo el paso de un régimen zarista a un régimen socialista.
Antes de 1917 Rusia se componía de una sociedad jerarquizada, dominada por la nobleza terrateniente, con un gobierno absolutista, encarnado en la figura de los zares, que coartaron las libertades individuales y ejercieron la censura.
El pueblo deseaba terminar con este gobierno que los había reducido a una condición de servidumbre, ya que si bien habían obtenido parcelas de tierra estas eran sumamente reducidas e insuficientes.
La economía era fundamentalmente agrícola, aunque la industria había cobrado desarrollo, sobre todo en Moscú y San Petesburgo, por las inversiones en hierro, carbón, acero y ferrocarriles que realizaron fundamentalmente, Francia y Gran BretañaDurante el gobierno del zar Nicolás II, se produjo, en 1905, un estallido revolucionario, encabezado por los obreros, que en número considerable, reclamaron por un cambio político y por sus derechos laborales, paralizando los medios de transporte, aumentando aún más la crisis con la escasez de productos y el alza de precios.
Si bien el movimiento fue sofocado, obligó al gobierno a compartir su poder con
un Poder Legislativo o Parlamento, representado por la Duma, integrado por todas las clases sociales, que transformó la
Monarquía autocrática en una Monarquía Parlamentaria, aunque en la práctica, el zar siguió gobernando con poder
ilimitado, lo que originó nuevas revueltas.
La mayoría de la población estaba
representada por obreros y campesinos
que vivían en condiciones deplorables. Su situación
se había empeorado por la I Guerra Mundial que obligó a más de 15.000.000 de
hombres a integrar las filas del ejército dejando a la producción agrícola e
industrial sin mano de obra.
En 1915, el gobierno ruso quedó en manos de la esposa del
Zar Nicolás, Alejandra, persona incapaz de manejar los asuntos de gobiernos,
mientras el zar se puso al frente de las tropas.
La situación se agravó por el fracaso de Rusia en la Primera
Guerra Mundial, lo que motivó la creación de soviets (comités formados
por campesinos, soldados y obreros) que se levantaron contra el estado y
originaron huelgas de trabajadores.
El imperio ruso llegó a su fin, tras fracasar el gobierno
provisional establecido por la Duma, a cuyo cargo fue instituido el general
Alejandro Kerenski, de ideas democráticas liberales, y la renuncia del zar.
Paralelamente, los soviets iban incrementando su poder junto
con la consolidación de las ideas marxistas,
plasmadas en el Partido Obrero Social Demócrata, que se dividió en dos
sectores. Los moderados o mencheviques y los más extremistas, que proponían
cambios más radicales, llamados bolcheviques, liderados por Lenin, cuyo nombre era Vladimir
Illich Ulianov.
Esta última facción logró por la fuerza tomar el poder en el
año 1917, instaurando la dictadura del
proletariado, adoptando como régimen político el de República Federal
Socialista y Soviética Rusa..
Siguiendo las ideas
marxistas, de favorecer a las clases trabajadoras, expropió a los
terratenientes de sus tierras y las repartió entre los campesinos.
Los
trabajadores obtuvieron el control de las empresas, que pasaron a ser propiedad
del estado. La mujer equiparó sus derechos al hombre y separó la Iglesia del
Estado.
Entre 1918 y 1920, se desató una guerra civil entre el
Ejército Rojo, cuyo jefe era León Trotsky, representante de los revolucionarios
y los ejércitos blancos, ayudados por los estados contrarios a la revolución,
como Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Japón, que se sentían defraudados,
sobre todo por el desconocimiento de la deuda de guerra contraída por Rusia.
El triunfo de los bolcheviques,
miembros del Ejército Rojo, los
reafirmó en el poder, confirmando en el mando al partido que representaban, el
Comunista, nombre que tomó a partir de 1918, convirtiéndose en partido único.
El régimen político se integró a partir de 1922, con la
forma de gobierno federal, conformado por repúblicas autogobernadas, que en su
conjunto se denominaron URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
En la práctica todo se dirigía desde Moscú, intentándose
poner orden en un estado deshecho, sumido en la miseria, cuyos trabajadores, a
los que se confiaba dejar el mando, en el futuro, cuando estuvieran preparados
para ello, sufrían toda suerte de calamidades.
El Partido Único
tenía como misión, educar a los obreros, para tomar el poder, organizados en
clase.
En 1924, falleció
Lenin, proponiéndose para sucederle dos alternativas: Trotsky, líder del Ejército Rojo, que deseaba que la revolución se
extendiera más allá de Rusia, y Stalin, que quería circunscribir el socialismo
a la URSS. Este último, luego de haber ocupado el cargo de Secretario General
del partido, se consagró como su jefe desde 1929 hasta 1953.
Si bien Stalin,
cuyo verdadero nombre era Josif Vissarionovic Dzugasvili convirtió a Rusia en
una potencia mundial en el plano económico, lanzando planes quinquenales y
desarrollando la industria pesada, en el aspecto de los derechos humanos dejó
mucho que desear. Persiguió a sus opositores, hasta la muerte, realizando
purgas en el interior mismo del partido bolcheviche más allá de las fronteras
rusas, como sucedió con Trotsky, a quien mandó a ejecutar en México, adonde
había huido, en 1940.
El gobierno de Stalin fue
autoritario y despótico, controlando las libertades individuales para
ponerlas al servicio del partido único, cuyas ideas se alejaron de las que
inspiraron la revolución. La situación de los trabajadores, real objetivo del
cambio, no varió demasiado, ya que el carácter de patrón, que en el capitalismo
es desempeñado por personas particulares, en este sistema fue ocupado por el
estado, con las mismas consecuencias: poco respeto hacia la clase obrera.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Rusia invadió los países
bálticos y parte de Polonia, Finlandia y Rumania. Luego de la guerra varios países
quedaron bajo su influencia.
La Unión Soviética cayó en el año 1991.
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